La ternura, el cuidado y la empatía de los padres constituyen en los primeros años las experiencias vitales básicas que suscitan en el niño relaciones afectivas saludables.
Con el paso del tiempo, la personalidad infantil desarrolla también la sensibilidad y la alteridad a partir de comentarios, juegos sociales, narraciones, etc., que se traducen en un reconocimiento cada vez mayor del otro (alter ego). La apertura solidaria también es fruto de la observación, la identificación y la imitación en el hogar.
Este acrecentamiento de la capacidad empática, si se canaliza adecuadamente en un buen entorno, despierta en el escolar la sana preocupación por los demás. En la actualidad hay suficiente evidencia empírica de que los climas educativos de tipo cooperativo, a diferencia de los ambientes individualistas y competitivos, extienden sus ventajas tanto al rendimiento académico como a las relaciones que se generan entre escolares.
http://www.conmishijos.com/ninos/ninos-educacion/la-solidaridad.html
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